lunes, julio 03, 2017

VIOLETA

Violeta es adicta a coleccionar palabras. Todo comenzó cuando, años atrás, le regalaron un poco por error y un poco por azar, su primer diccionario.
Violeta dice que en su casa nunca había que leer, y cuando a los 8 años pidió un libro para su cumpleaños, su madre, que leer nunca había aprendido, fue a una librería y pidió algo que tuviera muchas palabras. Nunca se supo si el librero era un ángel disfrazado o un demonio distraído, pero a la madre de Violeta le fue dado un diccionario.


¿Y esto tiene muchas palabras? - Preguntó la madre.
¡Las tiene todas! - Respondió el librero.


Desde entonces Violeta colecciona palabras. Pero no las colecciona por orden alfabético, sino que las acomoda por su significado. Dice que "así es más claro", porque en vez de  buscar qué significa la palabra busca aquella que representa lo que el alma quiere decir.

De todas sus palabras, las que más atesora son aquellas que en ningún diccionario de aquellos que pueden ser comprados aparecen. Gusta de palabras como soledansia (aquella soledad ansiosa) o tristesencia (aquella tristeza que da la ausencia), pielzura (que es el sabor dulce que toma la piel después de amar) o amarsancio (que es el cansancio que queda después del amor).

Salvo para sus amores, las palabras que Violeta pronuncia resultan incomprendidas. Pareciera que es una mujer que habla en lenguas extrañas y olvida las reglas básicas de la gramática. No le importa poner el sustantivo antes o después del artículo, el adjetivo primero o vez tal después, verbo persiguiendo pronombre artículo y del debajo color por...

Pero no importa que no comprendan sus palabras, porque invariablemente comprenden su intención. Cuando Violeta habla sus palabras significan siempre. Y quien las escucha tiembla y se enamora.

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